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El pueblo egipcio sigue batallando en las calles con un único propósito: derrocar al presidente Hosni Mubarak y todos los integrantes de su gobierno, que por treinta años han mantenido un férreo control de la nación.
Lo que está pasando en el legendario Egipto es que fallaron las políticas neo-liberales, con un gran daño a la clase trabajadora junto con el resto de las masas populares.
El país de las famosas pirámides y del río Nilo después de nacionalizar las empresas foráneas, el estratégico Canal de Suez y realizar una reforma agraria logró una importante prosperidad económica y social, pero al perderse gobiernos nacionalistas como el de Gamal Abdel Nasser, se enfiló por un rumbo equivocado.
Sorprende a muchos lo que está sucediendo en Egipto- como sucedió también con Túnez- pues la gran prensa occidental siempre lo presentó como una nación tranquila, próspera, y digna de imitar.
Después del estallido popular, ha salido a la luz pública que el pueblo egipcio resistía de manera estoica todos los problemas acumulados en 30 años.
El desempleo juvenil es altísimo, y no es casual observar en las manifestaciones en las calles, el predominio de los jóvenes en la actual batalla por la sustitución del gobierno, a quien acusan de todos los males que aquejan a la sociedad.
La actual crisis económica mundial contribuyó a agudizar la problemática egipcia, pues las trasnacionales y todo tipo de negocios buscan abaratar los costos para continuar con las ganancias.
Para lograr más capital las empresas en Egipto realizan despidos masivos de trabajadores, bajan los salarios, y para colmo aumenta el costo de los productos alimenticios y otros de primera necesidad.
En el país de los faraones, las políticas neo-liberales aplicadas desde 1970 y conocidas como “puertas abiertas”, no hicieron más que agudizar el conflicto social entre ricos y pobres.
También las políticas neo-liberales aumentan las diferencias de clase, la inseguridad laboral, mina el movimiento obrero y sus sindicatos, y en fin evitan la organización de los trabajadores.
Otra arista del problema que tiene el pueblo egipcio es el detrimento continuo de su sistema de salud, y hoy varias enfermedades como el cólera y la malaria son habituales, con el resultado de continuas muertes.
La mortalidad infantil tiene un alarmante índice de 36 niños fallecidos por mil nacidos vivos. Son casi todos hijos del pueblo trabajador, pues la clase rica se atiende en bien equipadas clínicas.
Estas son algunas de las razones por las cuales el pueblo egipcio está en las calles luchando por sacar de raíz al gobierno de Hosni Mubarak.
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