El Triángulo de las Bermudas, esa zona marítima del Atlántico noroccidental ha cautivado tanto a exploradores como a autores de todas las manifestaciones artísticas debido a las misteriosas desapariciones que durante años han ocurrido en ese lugar.
Se trata de un área geográfica situada entre las islas Bermudas, Puertos Rico y la ciudad estadounidense de Miami. Al unir estas tres ubicaciones con una línea imaginaria se forma un triángulo equilátero de unos mil 800 kilómetros de lado, y una superficie aproximada de 1,1 millones de kilómetros cuadrados.
La desaparición de aeronaves y embarcaciones comerciales en el famoso enclave agita desde hace décadas a la comunidad científica, que no logra un consenso a la hora de explicar el enigmático fenómeno; sin embargo, ahora, el reconocido científico australiano Karl Kruszelnicki sostiene que la explicación podría ser más sencilla de lo que se cree.
Probablemente todo se deba a errores cometidos por el hombre, pues según el porcentaje, el número de aviones desaparecidos en el Triángulo de las Bermudas es igual que en cualquier otra parte del mundo, comentó Kruszelnicki a la plataforma australiana News.com.au, basándose en datos del mercado de seguros británico Lloyd's of London, y la Guardia Costera de Estados Unidos.
El científico indicó que debido a la proximidad de la zona con el ecuador se genera mucho tráfico; y destacó que en los casos de desapariciones solo hubo una persona con experiencia, el resto eran inexpertos y en el momento de los incidentes no hacía buen tiempo y se registraron olas de 15 metros.
El término Triángulo de las Bermudas fue creado entre las décadas de 1950 y 1960 por varios escritores que publicaron artículos en revistas de la época acerca de la presunta peligrosidad de la zona. En 1974 el misterio se convirtió en un verdadero mito gracias al autor norteamericano Charles Berlitz, quien publicó el texto Triangulo de las Bermudas, con gran éxito de ventas.
La zona ha recibido el crédito de muchas desapariciones, aun cuando varias de ellas tuvieron lugar muy lejos de los límites establecidos y aceptados por la comunidad internacional.
Hasta la fecha, unas 50 naves y alrededor de 20 aeroplanos se han extraviado en esa área particular. Y aunque la mayoría de los hechos pueden explicarse, otros no, por lo que el tema continúa en el centro de los debates entre creyentes y escépticos.
Kruszelnicki ejemplificó con el caso del teniente Charles Taylor, líder del Vuelo 19, un escuadrón de cinco aviones estadounidenses desaparecido en 1945.
Si se leen las transcripciones de la radio, se verá que algunos pilotos subalternos decían '¿Por qué no volamos hacia el oeste?' y el piloto a cargo sostuvo: '¿Por qué no volamos hacia el este?', precisó el científico, atribuyendo a Taylor la responsabilidad por la posterior catástrofe.
Los casos que contribuyen a mantener el enigma vivo son varios: en 1909 desapareció repentinamente el yate The Spray, del aventurero canadiense Joshua Slocum; en 1917 se hunde el barco SS Timandra, que se dirigía a la ciudad argentina de Buenos Aires desde Virginia (Estados Unidos) con una tripulación de 21 personas. La embarcación no emitió ninguna señal de radio, aun cuando tenía la capacidad para ello.
En 1919 se pierde contacto con el carguero USS Cyclops debido a un huracán y dos años más tarde se hunde el Carroll A. Dering, igualmente una nave de carga. El propio Berlitz, fallecido en 2003, realizó una cronología desde 1840 hasta 1999 con más de una treintena de casos registrados.
Entretanto, investigadores de la estadounidense Universidad Estatal de Colorado propusieron otra posible explicación de las extrañas desapariciones en el Triángulo de las Bermudas.
En su opinión, podrían deberse a unas formaciones hexagonales en las nubes, encontradas a unos 250 kilómetros de las costas de Florida.
Steve Miller, meteorólogo de la universidad, explicó que las formaciones hexagonales crean unas poderosas bombas de aire que desprenden vientos que alcanzan velocidades de 160 kilómetros por hora y levantan olas de hasta 14 metros de altura, suficientes para causar desastres aéreos o marítimos.
Tanto éstas como otras explicaciones que están por venir no harán sino mantener la fama de misterioso Triángulo de las Bermudas hasta que finalmente contemos con la tecnología necesaria para descifrar el enigma, si es que realmente existe alguno.
Por Nicholas Valdes, periodista de la redacción de Ciencia y Técnica de Prensa Latina
La desaparición de aeronaves y embarcaciones comerciales en el famoso enclave agita desde hace décadas a la comunidad científica, que no logra un consenso a la hora de explicar el enigmático fenómeno; sin embargo, ahora, el reconocido científico australiano Karl Kruszelnicki sostiene que la explicación podría ser más sencilla de lo que se cree.
Probablemente todo se deba a errores cometidos por el hombre, pues según el porcentaje, el número de aviones desaparecidos en el Triángulo de las Bermudas es igual que en cualquier otra parte del mundo, comentó Kruszelnicki a la plataforma australiana News.com.au, basándose en datos del mercado de seguros británico Lloyd's of London, y la Guardia Costera de Estados Unidos.
El científico indicó que debido a la proximidad de la zona con el ecuador se genera mucho tráfico; y destacó que en los casos de desapariciones solo hubo una persona con experiencia, el resto eran inexpertos y en el momento de los incidentes no hacía buen tiempo y se registraron olas de 15 metros.
El término Triángulo de las Bermudas fue creado entre las décadas de 1950 y 1960 por varios escritores que publicaron artículos en revistas de la época acerca de la presunta peligrosidad de la zona. En 1974 el misterio se convirtió en un verdadero mito gracias al autor norteamericano Charles Berlitz, quien publicó el texto Triangulo de las Bermudas, con gran éxito de ventas.
La zona ha recibido el crédito de muchas desapariciones, aun cuando varias de ellas tuvieron lugar muy lejos de los límites establecidos y aceptados por la comunidad internacional.
Hasta la fecha, unas 50 naves y alrededor de 20 aeroplanos se han extraviado en esa área particular. Y aunque la mayoría de los hechos pueden explicarse, otros no, por lo que el tema continúa en el centro de los debates entre creyentes y escépticos.
Kruszelnicki ejemplificó con el caso del teniente Charles Taylor, líder del Vuelo 19, un escuadrón de cinco aviones estadounidenses desaparecido en 1945.
Si se leen las transcripciones de la radio, se verá que algunos pilotos subalternos decían '¿Por qué no volamos hacia el oeste?' y el piloto a cargo sostuvo: '¿Por qué no volamos hacia el este?', precisó el científico, atribuyendo a Taylor la responsabilidad por la posterior catástrofe.
Los casos que contribuyen a mantener el enigma vivo son varios: en 1909 desapareció repentinamente el yate The Spray, del aventurero canadiense Joshua Slocum; en 1917 se hunde el barco SS Timandra, que se dirigía a la ciudad argentina de Buenos Aires desde Virginia (Estados Unidos) con una tripulación de 21 personas. La embarcación no emitió ninguna señal de radio, aun cuando tenía la capacidad para ello.
En 1919 se pierde contacto con el carguero USS Cyclops debido a un huracán y dos años más tarde se hunde el Carroll A. Dering, igualmente una nave de carga. El propio Berlitz, fallecido en 2003, realizó una cronología desde 1840 hasta 1999 con más de una treintena de casos registrados.
Entretanto, investigadores de la estadounidense Universidad Estatal de Colorado propusieron otra posible explicación de las extrañas desapariciones en el Triángulo de las Bermudas.
En su opinión, podrían deberse a unas formaciones hexagonales en las nubes, encontradas a unos 250 kilómetros de las costas de Florida.
Steve Miller, meteorólogo de la universidad, explicó que las formaciones hexagonales crean unas poderosas bombas de aire que desprenden vientos que alcanzan velocidades de 160 kilómetros por hora y levantan olas de hasta 14 metros de altura, suficientes para causar desastres aéreos o marítimos.
Tanto éstas como otras explicaciones que están por venir no harán sino mantener la fama de misterioso Triángulo de las Bermudas hasta que finalmente contemos con la tecnología necesaria para descifrar el enigma, si es que realmente existe alguno.
Por Nicholas Valdes, periodista de la redacción de Ciencia y Técnica de Prensa Latina
No hay comentarios:
Publicar un comentario