Hace décadas era impensable elaborar o siquiera pensar en degustar un tallarín de carne, un helado de daiquirí o caviar de aceite de oliva.
Todas estas preparaciones desafían la tradición culinaria y juegan con los sentidos humanos, objetivo principal de una curiosa tendencia en las cocinas del mundo hace décadas: la gastronomía molecular.
El término lo acuñaron el químico francés Hervé This y el físico húngaro Nicholas Kurti a mediados del siglo XX.
Los dos investigadores trabajaron en la preparación de algunos alimentos mediante métodos antes destinados puramente a las ciencias. En 1969 Kurti dio una charla en la Royal Institution denominada The physicist in the kitchen (El físico en la cocina), presentando la novedosa idea.
Sin embargo, fue Hervé This, quien sentó los precedentes de esa modalidad en su laboratorio para el año 1988 en su laboratorio.
El galo, con su 'mágico' equipaje dio vuelta al mundo visitando las capitales más importantes, deleitando con sus recetas pero a la vez comenzando a traspasar su legado.
Esta herencia llevó a la fama a chefs como su coterráneo Pierre Gagnaire y el español Ferrán Adriá, quienes la emplearon de forma práctica en sus restaurantes y continuaron la revolución culinaria.
Adriá, laureado en 2004 como una de las personas más innovadoras del año por la revista Time, diseñó nuevas técnicas como la esferificación, el uso del nitrógeno líquido y la deconstrucción de una receta, descontextualizando éste concepto del mundo del arte.
El mismo consiste en aislar los diversos ingredientes de un plato, generalmente típico, y reelaborarlo de manera inusual, de tal modo que el aspecto y textura sean completamente diferentes mientras que el sabor permanece inalterado.
Algunas de sus creaciones más emblemáticas y, al mismo tiempo, buenos ejemplos de las técnicas antes mencionadas son las ostras con aire de zanahoria, el falso caviar de melón, o el tuétano con caviar.
Sin embargo, más allá de las altas cocinas, donde la tendencia genera curiosidad, en los hogares a veces causa reparos por la complejidad de las preparaciones y el uso de químicos asociados tradicionalmente a los laboratorios o las industrias.
Esta modalidad gastronómica suele aprovecharse de fumantes frascos de nitrógeno líquido, baños de agua con luces LED, medidores de PH y estantes de productos químicos con nombres como carragenina, maltodextrina y xantana.
Sin embargo, gracias a todos ellos es posible crear diferentes sabores, formas y texturas, por ejemplo, gelificar un asado o una espuma de mariscos, pues el límite lo impone el gusto personal y la pericia del chef.
Contrario a los prejuicios sobre la calidad de los alimentos, los expertos señalan que uno de beneficios de este tipo de gastronomía es que los productos conservan su sabor e ingredientes originales.
Esto ocurre porque los alimentos en realidad no se fríen, no se realzan los sabores con sal ni especias y se utiliza su propio jugo para darle el gusto preciso sin alterarlos.
¿Cosa del pasado?
Teniendo en cuenta que esta modalidad culinaria surgió a finales del siglo XX, ya bien entrados en el XXI, con una nueva sociedad y nuevos problemas, algo nuevo debe aparecer.
En este sentido, el propio fundador de la cocina molecular, Hervé This, aseveró que 'la tendencia pronto será cosa del pasado, por más sensacional que sea'.
El francés recientemente viajó por América Latina para revelar el 'Nota a Nota', método a través del cual propone eliminar los desperdicios de comida y alimentar a la población global.
A su criterio, esta es la gran innovación culinaria para erradicar el hambre en el mundo, ya que en algunas décadas se podrá dar de comer a todos de manera sustentable y económica, trabajando con las partículas de los alimentos frescos, y no directamente con ellos.
Según el experto, una de las razones por las que no hay suficiente comida es porque cuando la llevamos de un lado a otro, 'lo que realmente se está transportado es el agua, y esto hace que los alimentos se echen a perder'.
'Un tomate es principalmente agua. Lo mismo que muchas otras frutas y verduras. A menos que estén refrigerados, lo que es caro y tiene un impacto negativo en el medio ambiente', explicó.
'La gastronomía molecular ya fue', sentenció, mientras que 'Nota a Nota' es la tendencia culinaria del momento.
'Se puede realizar un plato cárnico a partir de proteína, agua y otros compuestos, no hay desperdicio de comida, no se contamina, es más barato y fácil de hacer', detalló.
This reconoció que esta tendencia que se abre paso mantiene la aspiración de crear recetas exquisitas y placenteras, a pesar de ser 'comida de laboratorio'.
A su criterio, muy pronto será posible implementar está técnica incluso en los hogares.
'Tengamos en cuenta que en 1980 se empezó a hablar de cocina molecular y en 1994 el español Ferrán Adriá obtuvo tres estrellas Michelin', dijo.
'Entonces, como el primer plato de la Note a Note se elaboró en 2009, podríamos calcular que en 2030 la tendremos en nuestras casas', vaticinó.
Por: Betty Hernández , periodista de la redacción de Ciencia y Técnica de Prensa Latina.
El término lo acuñaron el químico francés Hervé This y el físico húngaro Nicholas Kurti a mediados del siglo XX.
Los dos investigadores trabajaron en la preparación de algunos alimentos mediante métodos antes destinados puramente a las ciencias. En 1969 Kurti dio una charla en la Royal Institution denominada The physicist in the kitchen (El físico en la cocina), presentando la novedosa idea.
Sin embargo, fue Hervé This, quien sentó los precedentes de esa modalidad en su laboratorio para el año 1988 en su laboratorio.
El galo, con su 'mágico' equipaje dio vuelta al mundo visitando las capitales más importantes, deleitando con sus recetas pero a la vez comenzando a traspasar su legado.
Esta herencia llevó a la fama a chefs como su coterráneo Pierre Gagnaire y el español Ferrán Adriá, quienes la emplearon de forma práctica en sus restaurantes y continuaron la revolución culinaria.
Adriá, laureado en 2004 como una de las personas más innovadoras del año por la revista Time, diseñó nuevas técnicas como la esferificación, el uso del nitrógeno líquido y la deconstrucción de una receta, descontextualizando éste concepto del mundo del arte.
El mismo consiste en aislar los diversos ingredientes de un plato, generalmente típico, y reelaborarlo de manera inusual, de tal modo que el aspecto y textura sean completamente diferentes mientras que el sabor permanece inalterado.
Algunas de sus creaciones más emblemáticas y, al mismo tiempo, buenos ejemplos de las técnicas antes mencionadas son las ostras con aire de zanahoria, el falso caviar de melón, o el tuétano con caviar.
Sin embargo, más allá de las altas cocinas, donde la tendencia genera curiosidad, en los hogares a veces causa reparos por la complejidad de las preparaciones y el uso de químicos asociados tradicionalmente a los laboratorios o las industrias.
Esta modalidad gastronómica suele aprovecharse de fumantes frascos de nitrógeno líquido, baños de agua con luces LED, medidores de PH y estantes de productos químicos con nombres como carragenina, maltodextrina y xantana.
Sin embargo, gracias a todos ellos es posible crear diferentes sabores, formas y texturas, por ejemplo, gelificar un asado o una espuma de mariscos, pues el límite lo impone el gusto personal y la pericia del chef.
Contrario a los prejuicios sobre la calidad de los alimentos, los expertos señalan que uno de beneficios de este tipo de gastronomía es que los productos conservan su sabor e ingredientes originales.
Esto ocurre porque los alimentos en realidad no se fríen, no se realzan los sabores con sal ni especias y se utiliza su propio jugo para darle el gusto preciso sin alterarlos.
¿Cosa del pasado?
Teniendo en cuenta que esta modalidad culinaria surgió a finales del siglo XX, ya bien entrados en el XXI, con una nueva sociedad y nuevos problemas, algo nuevo debe aparecer.
En este sentido, el propio fundador de la cocina molecular, Hervé This, aseveró que 'la tendencia pronto será cosa del pasado, por más sensacional que sea'.
El francés recientemente viajó por América Latina para revelar el 'Nota a Nota', método a través del cual propone eliminar los desperdicios de comida y alimentar a la población global.
A su criterio, esta es la gran innovación culinaria para erradicar el hambre en el mundo, ya que en algunas décadas se podrá dar de comer a todos de manera sustentable y económica, trabajando con las partículas de los alimentos frescos, y no directamente con ellos.
Según el experto, una de las razones por las que no hay suficiente comida es porque cuando la llevamos de un lado a otro, 'lo que realmente se está transportado es el agua, y esto hace que los alimentos se echen a perder'.
'Un tomate es principalmente agua. Lo mismo que muchas otras frutas y verduras. A menos que estén refrigerados, lo que es caro y tiene un impacto negativo en el medio ambiente', explicó.
'La gastronomía molecular ya fue', sentenció, mientras que 'Nota a Nota' es la tendencia culinaria del momento.
'Se puede realizar un plato cárnico a partir de proteína, agua y otros compuestos, no hay desperdicio de comida, no se contamina, es más barato y fácil de hacer', detalló.
This reconoció que esta tendencia que se abre paso mantiene la aspiración de crear recetas exquisitas y placenteras, a pesar de ser 'comida de laboratorio'.
A su criterio, muy pronto será posible implementar está técnica incluso en los hogares.
'Tengamos en cuenta que en 1980 se empezó a hablar de cocina molecular y en 1994 el español Ferrán Adriá obtuvo tres estrellas Michelin', dijo.
'Entonces, como el primer plato de la Note a Note se elaboró en 2009, podríamos calcular que en 2030 la tendremos en nuestras casas', vaticinó.
Por: Betty Hernández , periodista de la redacción de Ciencia y Técnica de Prensa Latina.
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