miércoles, 31 de enero de 2018

Las trompas de Falopio y los cánceres de ovarios



 Un mal que puede confundirse con síntomas de otras enfermedades menos graves, como las molestias gastrointestinales, es el cáncer de ovario, diagnosticado anualmente a casi un cuarto de millón de mujeres, y es responsable de 140 mil muertes cada año.

Tristemente, la mayoría de las pacientes son identificadas cuando ya están en las etapas avanzadas de la dolencia, cuando es más difícil de tratar.

Por eso, la comunidad científica internacional no desmaya en el empeño de saber las causas de esa mortal enfermedad.

En tal sentido, científicos del Instituto Oncológico Integral Sidney Kimmel de la Universidad Johns Hopkins en Baltimore (Estados Unidos) demostraron en un estudio que el cáncer de ovario se origina en los tumores iniciales que se desarrollan en las trompas de Falopio (los conductos fibrosos que conectan los ovarios con el útero).

El líder de la investigación, Victor Velculescu, dijo en el trabajo publicado en la revista Nature Communications que los tratamientos para el cáncer de ovario no han evolucionado demasiado en las últimas décadas. Esto quizás se debe, al menos en parte, al estudiar un tejido erróneo del origen del mismo.

Si bien, investigaciones con muestras más grandes confirman que las trompas de Falopio son el lugar de origen de la mayoría de los cánceres de ovario, podríamos llevar a cabo un cambio muy significativo en la manera de abordar esta enfermedad en las pacientes en riesgo, añadió.

Por eso, como parte de la exploración, los autores analizaron las muestras de células sanas y de cáncer de ovario, de metástasis en distintos órganos y de pequeños tumores en las trompas de Falopio, tanto de carcinomas serosos tubulares intraepiteliales (STIC) como de pequeñas masas de células cancerígenas con mutaciones en el gen p53, por su papel en la aparición de diversos tipos de cáncer.

Esas piezas fueron tomadas a cinco pacientes diagnosticadas de un adenocarcinoma seroso de ovario, el tipo de tumor que abarca hasta el 75 por ciento de los casos de esa lesión oncológica de alto grado.

También, examinaron las muestras de las células sanas y de los STIC extraídas a otras cuatro féminas que se habían sometido a una extirpación profiláctica de sus ovarios y trompas de Falopio al haber heredado una mutación en el gen BRCA que predisponía al desarrollo del tumor.

Según explicaron, llevaron a cabo la secuenciación genética de todas las muestras para detectar la presencia de mutaciones en el ADN celular.

Como resultado, encontraron que en las muestras tumorales de las nueve pacientes, no así en las células sanas, había una pérdida de material en el cromosoma 17, exactamente de la región en la que se localiza el gen p53.

De igual manera; las muestras de las nueve féminas también habían perdido regiones de su ADN en las que se encontraban el gen BRCA1, el gen BRCA2, o ambos. Y asimismo, las piezas de cuatro participantes carecían de la región en el cromosoma 10 en la que se encuentra el gen PTEN, implicado en el desarrollo de tumores.

Por tanto, ello indica que los defectos o la ausencia en la expresión del gen p53 constituyen uno de los primeros pasos en el desarrollo del cáncer de ovario.

Una vez identificadas las mutaciones, los autores rastrearon el origen de los tumores de las cinco pacientes con adenocarcinoma seroso de ovario, partiendo de la premisa de que las células cancerígenas ‘originales' presentan menos mutaciones que las nacidas de su proliferación incontrolada.

Por la labor de rastreo, concluyeron que los cánceres de cada una de las pacientes comenzaron con errores en el STIC o en lesiones más tempranas en las trompas de Falopio, indicaron.

El trabajo también les permitió estimar el tiempo promedio que se requiere para que el tumor en las trompas de Falopio -el STIC- de lugar al cáncer de ovario y, posteriormente, para que el cáncer se disemine por el cuerpo.

En tal sentido, pasan 6,5 años desde que el STIC se convierte en un cáncer de ovario y tan solo dos para que luego se extienda por el organismo.

Según Velculescu, estos hallazgos concuerdan con lo que vemos en las consultas, sobre la expansión del cáncer en las pacientes que se diagnostican por primera vez.

Para los expertos, de confirmarse que la mayoría de los tumores de ovario tienen su origen en las trompas de Falopio, podría llegar a cambiar la forma en la que se aborda esta lesión.

Por Reina Magdariaga Larduet , periodista de Prensa Latina

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