martes, 15 de febrero de 2011

REBELIÓN POPULAR EN BAHRÉIN


Por Raciel Pérez Martínez
Foto INTERNET

La ola popular que pide reivindicaciones sociales y políticas en países árabes, llegó a Bahréin, pequeño reino de solo 717 kilómetros cuadrados, ubicado en el golfo Pérsico con 807 mil habitantes.

Como ocurrió en Egipto, poco a poco el pueblo se ha ido sumando a las principales plazas de las ciudades, y pide no solo reformas sino la salida del gobierno. A cambio la policía arremete con dureza y ya provocó las primeras muertes de civiles.

Los manifestantes, muchos ondeando la bandera roja y blanca del país, piden una nueva constitución, la liberación de cientos de hombres y niños chiitas detenidos desde agosto de 2010 y que se ponga fin a los abusos de los derechos civiles, y en especial el fin de la monarquía.

El país, con una población autóctona de mayoría chiita, está gobernado por una familia real sunita, los Al-Khalifa.

La presión por reformas políticas creció en la década de 1990, con nuevas protestas durante 1994 y 1995, a su vez en 1996 el gobierno detiene a 29 personas acusándolas de estar implicados en un complot para derrocar la monarquía e instaurar una república islámica acusando a Irán de esta conspiración.

En 1999 el Emir Isa bin Sulman al Khalifa muere y su hijo Hamad ibn Isa Al Khalifah hereda el trono, como Rey.

Bahréin es una monarquía hereditaria bajo el mandato de la familia Al Khalifa. El Rey es el Jefe de Estado y el Primer Ministro es Jefe del Gobierno.

Ambos puestos están ocupados por miembros de la familia Al Khalifa, con el rey Hamad ibn Isa Al Khalifah y el Primer Ministro, su tío Khalifa bin Salman Al Khalifa.

La economía de Bahréin está basada fundamentalmente en el petróleo, y aunque es modesta, la producción anual ha descendido por debajo de las 3 millones de barriles, ha permitido la modernización del estado.

No obstante, existen importantes reservas de gas natural y otro tipo de actividades industriales: refinería de petróleo; fundición de aluminio y fábricas de cemento.

Otras actividades del sector servicios cada vez tienen una mayor repercusión en la economía del archipiélago, debido al papel de plaza financiera internacional de gran actividad que es Bahréin.

Este minúsculo país árabe sede de numerosos bancos, dispone de zona franca y ha desarrollado una importante infraestructura portuaria y de comunicaciones por carretera.

Pero gran parte de esas ganancias no se revierten para el bien del pueblo, creando el malestar que se manifiesta hoy en Manama, la capital y otras ciudades de Bahréin.

El Rey Hamad bin Isa al Jalifa en un último intento para frenar el descontento social decidió dar mil dinares-equivalentes a casi dos mil euros- a cada familia para que no se sumen a las manifestaciones.

Hasta ahora las manifestaciones en Bahréin han sido sectarias, pero esta vez tienen un carácter diferente. Los jóvenes sunitas y chiitas están marchando juntos y gritan “ni chiitas ni sunitas, bareiníes”.

Mientras esto sucede en Bahréin, Estados Unidos y Arabia Saudita están muy preocupados, porque en ese pequeño archipiélago tiene su base la Quinta Flota, que mira hacia Irán.

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