jueves, 17 de noviembre de 2011

TENSIÓN ALTA EN CORAZÓN DEL CAPITALISMO

                                                                                                                     

                                                                               Por Raciel Pérez Martínez
                                                                               Foto Internet

                                                                                 El corazón del capitalismo mundial, Estados Unidos, está en llamas, pues cientos de miles de indignados de se país se manifiestan abiertamente contra ese sistema, diseñado para fomentar la riqueza de los ricos.

Mientras las protestas populares sucedían en Grecia, Francia, Gran Bretaña y el norte de África ,el gobierno de la Casa Blanca se dedicaba a apoyar gobiernos o a sublevados, según intereses.

Pero desde hace dos meses el problema se le metió en casa, cuando unas doscientas personas se congregaron en el parque Zucotti (rebautizado por el pueblo como parque Libertad) en el mismo Wall Street, símbolo financiero de Estados Unidos y del mundo occidental.

De manera brutal, la policía está desalojando muchos campamentos de los indignados, lo que pone en evidencia que los estadounidenses están viviendo en uno de los países más antidemocrático y represivo del mundo.

Las imágenes del accionar policial contra el pueblo, son suficiente evidencia de que la humanidad está en presencia de un doble rasero para medir la justicia.

Por mucho menos que eso, el propio gobierno de Barack Obama y demás integrantes de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) invadieron a Libia con el pretexto de defender al pueblo de la violencia estatal.

Una película similar se está filmando en el caso de Siria. Las fuerzas reaccionarias del mundo se unen para destruir países que no se pliegan a sus intereses geopolíticos y económicos.

La chispa incendiaria del movimiento de indignados estadounidenses conocidos por Ocupa Wall Street se extiende por más de cien ciudades norteamericanas, sin que los golpes y las cárceles puedan detenerlo.

Este movimiento en Estados Unidos pronto ganó el apoyo de la mayoría de los neoyorquinos, de sindicatos, intelectuales heterogéneos, artistas y empresarios medianos y pequeños.

En dos meses Ocupa Wall Street ha duplicado la popularidad del partido ultraderechista Tea Party y cambió la agenda del debate político nacional.

Temas tabú como desigualdad de ingresos, dominación de la sociedad por las corporaciones, codicia capitalista y los crímenes del imperio ahora se discuten en la sala de muchas casas y en publicaciones importantes.

Este movimiento que está haciendo temblar a los ricos estadounidenses, y de paso al poder político que lo sustenta, surge como respuesta a la gran crisis general en la que está empanado el sistema, incluido el propio Estados Unidos.

En ese país el desempleo alcanza a 25 millones de trabajadores, entre ellos muchos jóvenes, que nutren precisamente a los indignados de Ocupa Wall Street.

No es casual que la nación que más riqueza ha acumulado tiene 50 millones de personas en la pobreza, un número mayor sin seguro de salud y las escuelas públicas están en ruinas.

Millones han perdido sus casas, el patrimonio de toda la vida. Mientras tanto, según datos oficiales, la riqueza de los más ricos ha crecido 275 por ciento.

Pero también existe una crisis de valores que hace que el pueblo crea cada vez menos en los políticos y en las instituciones. No siente que éstos lo representen, ya que están al servicio de las grandes corporaciones y los bancos, que pagan sus campañas políticas.

Una medida de la tragedia a que ha conducido el fenómeno del consumismo es que si los 7 mil millones de seres humano que hemos llegado a ser en la Tierra alcanzáramos el per cápita de consumo de Estados Unidos, únicamente podríamos sobrevivir si contáramos con los recursos naturales de ¡no menos de cinco planetas! iguales que el nuestro.

Hoy el movimiento Ocupa Wall Street es indetenible porque representa al 99 por ciento de los estadounidenses mientras el Estado y sus represores son solamente el 1 por ciento. Uno de sus lemas de lucha es “no puedes desalojar una idea cuyo momento ha llegado”.

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