Por Raciel Pérez Martínez
Foto INTERNETCuando el neoliberalismo se enseñoreaba y arrasaba por toda la Argentina hace 20 años, el gobierno de turno vendió a la empresa petrolera Repsol de España la compañía YPS de hidrocarburos del país sudamericano a un precio irrisorio.
Ese era hasta hoy el talón de Aquiles de Argentina para diseñar una estrategia segura para su desarrollo, pues la energía es base fundamental para ese objetivo y estaba totalmente en manos foráneas.
Ya el prominente presidente argentino Néstor Kirchner había manifestado su inquietud por el hecho de estar el petróleo de la nación gaucha a merced de una trasnacional española.
Ahora la mandataria Cristina Fernández tuvo la valentía suficiente para decretar la nacionalización de la subsidiaria española en Argentina hasta en un 51 por ciento, con la correspondiente indemnización.
Por cierto muchos argentinos han manifestado que la YPS debió intervenirse al ciento por ciento, y sin indemnización pues la empresa fue comprada a bajo precio y bastante que ha despojado a la nación.
Al hacer el anuncio de la nacionalización de la petrolera YPS desde la casa de gobierno, Cristina Fernández precisó que "Esto significa la recuperación de la soberanía hidrocarburífera porque somos el único país de América Latina y del mundo que no maneja sus recursos naturales."
Según el proyecto de ley que nacionaliza YPS, el Estado se hará de 51 por ciento de las acciones sobre el 57,4 que hoy tiene Repsol, que se quedará con 6,43. El grupo Petersen tiene otro 25,4 y un 17 por ciento cotiza en bolsas.
Pero el proyecto también incluye un "pacto de sindicación de acciones" por 50 años para darle continuidad al objetivo de alcanzar la soberanía hidrocarburífera del país, por el cual la Nación y las provincias tendrán que votar siempre en el mismo sentido.
El proyecto de ley que se discute en el Senado declara de "interés público nacional y como objetivo prioritario de la República Argentina, el logro del autoabastecimiento de hidrocarburos, así como la explotación, industrialización, transporte y comercialización de los mismos".
Además establece que el valor de las acciones expropiadas a Repsol lo determinará el Tribunal de Tasación de la Nación.
El pueblo argentino, sobre todo en Buenos Aires, al conocer la noticia de recuperación de su petróleo se congregó en la emblemática Plaza de Mayo para festejar la medida del gobierno.
Opiniones recogidas del pueblo expresaban que lo que hace Cristina Fernández merece el aplauso de los argentinos porque los recursos nacionales son del país, y que los españoles le vayan a llorar a Menem, el presidente que vendió baratísima la empresa petrolera YPS.
En la actualidad Argentina es un país con petróleo, no un país petrolero. El recurso debe servir, en primer lugar, para satisfacer las demandas energéticas del crecimiento económico y no para engordar los capitales foráneos de las empresas multinacionales.
Pero como era de esperar, el gobierno español, la Unión Europea y semejantes, reaccionaron de inmediato en contra de la medida nacionalista.
La actitud del gobierno de Cristina Fernández demuestra que los países de América Latina y el Caribe están reaccionando ante el robo de sus riquezas por siglos que disfrutan otros en naciones lejanas.
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