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Las revueltas populares en varios países árabes, tenían en la mayoría de ellas como detonante principal la insostenible crisis económica que padecía la población.
La llamada “Primavera Árabe” derrumbó a los gobiernos de Túnez y Egipto; así como la caída del gobierno de Muamar el Gadafi en Libia debido a la intervención de la guerrerista Organización del Tratado del Atlántico Norte.
Sin embargo los cambios esperados en esos países, prometidos por la Unión Europea y otras potencias occidentales nunca llegaron, y lo que es peor, la situación actual es mucho más crítica que antes de las rebeliones populares.
En Túnez, Egipto y Libia se ha disparado el desempleo, el turismo muy importante para la economía de esos países, ha declinado y el retorno masivo de emigrados complican más la situación, pues ellos pasan a la cantera de los sin trabajo y sus remesas ya no llegan a sus familias.
Sacando ahora las cuentas claras, diferentes organizaciones financieras y el sector turístico afirman en la llamada Primavera árabe costó a la región unos 96 mil millones de dólares, cifra que gravita con fuerza en la vida cotidiana del pueblo.En Medio Oriente y África del Norte, el turismo es la segunda fuente de ingreso de divisas, después de las remesas que envían los trabajadores desde el extranjero.
Casi dos millones de personas emplea el turismo en Egipto y ese sector genera el 11 por ciento del producto interno bruto, a su vez es la principal fuente de divisas, representando el 20 por ciento del total que gestiona el país de las pirámides.
En Túnez en la actividad del turismo hay unas 400 mil personas empleadas, y es la principal fuente de divisas del país.
Siria produjo en 2011, antes del conflicto, más de ocho mil millones de dólares debido al turismo que registró un aumento del 40 por ciento en la llegada de visitantes.
En Bahrein las revueltas populares contra la monarquía en 12 meses de conflicto costaron casi 800 millones de dólares. El creciente desempleo y la pérdida de remesas contribuyen al estancamiento económico de ese país.
Egipto posee 85 millones de habitantes, equivalente a un tercio de la población existente en el mundo árabe, y allí solo entre los jóvenes hay casi 30 millones de desempleados, lo que hace que la situación continúa muy explosiva.
Se suma que en los últimos meses llegaron a Egipto casi 200 mil repatriados, la mayoría adultos varones semicalificados, principal sostén de familiares que vivían gracias a las remesas que enviaban, las que ahora desaparecen.
En Libia la situación es mucho más compleja, pues no hay un gobierno central con la suficiente autoridad para mandar en toda la nación, y son las diferentes tribus las que han asumido el control de sus ciudadanos. El caos y la desesperación predominan.
La Primavera Árabe ha traído mucho más problemas a la ya crítica situación económica en los países del norte de África. ¿Hará falta ahora un Verano Árabe?
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