Por Raciel Pérez Martínez
Foto INTERNET
Más de cien millones de europeos viven en situación de pobreza sin embargo dentro de ellos son los gitanos los que presentan el panorama más difícil, pues siempre han sido humillados, maltratados, discriminados y rechazados incluso por las propias autoridades.
La atención a los gitanos, la principal minoría del Viejo Continente, es una asignatura pendiente de los gobiernos que gustan mucho mostrarse al mundo como símbolo de desarrollo.
Doce millones de gitanos deambulan por todo el continente para sobrevivir arrastrando consigo una pobreza extrema, con elevados índices de analfabetismo y sin acceso a los servicios básicos de salud.
Este domingo se celebró la Jornada Internacional de los Gitanos, ocasión en la que diversas organizaciones denunciaron los prejuicios y persecución contra ese grupo practicados en casi todas las naciones europeas.
Los campamentos gitanos, generalmente ubicados en la periferia de ciudades y pueblos, muestran las duras condiciones de vidas de esa minoría.
Esos campamentos suelen carecer de condiciones mínimas de salubridad, como agua potable, drenajes, letrinas y energía eléctrica, por lo que son usuales las enfermedades infecciosas y crónicas.
Además, con frecuencia son objeto de persecución por parte de las autoridades, que los vinculan a actos de violencia y hechos delictivos.
El Comisario de los derechos humanos del Consejo Europeo, Nils Muiznieks, aseguró este domingo que los gobiernos del Viejo Continente deben comprometerse para brindar a los miembros de esta etnia educación, vivienda, salud, trabajo y una vida digna, libre de prejuicios.
En pleno siglo 21, y nada menos que en Europa, a esta minoría étnica no se le reconoce nacionalidad, aún cuando esos 12 millones de gitanos han nacido en ese continente.
Es un deber y una acción civilizada que los gobiernos europeos reconozcan como sus ciudadanos a los gitanos, y le ofrezcan las condiciones de vida mínimas que necesita un ser humano.
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