martes, 25 de enero de 2011

EN EGIPTO EL EFECTO TUNECINO

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Por Raciel Pérez Martínez
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Todo apunta a que varios países árabes se contagiarán con la revolución tunecina que derrocó a su vitalicio presidente, pues en estos momentos Egipto es sacudido por una gran revuelta popular que exige la renuncia de su mandatario Hosni Mubarak, en el poder desde hace tres décadas.

Miles de egipcios envalentonados por el accionar de sus hermanos de Túnez se lanzaron este martes a las calles de las principales ciudades egipcias como El Cairo, Alejandría, Ismailiya y el norte del Sinaí pidiendo la salida de Mubarak, quien a su juicio es el culpable de los males que sufre el pueblo.

Unos 30 mil policial se interpusieron ante los manifestantes provocando violentos choques que originó tres muertos, heridos y detenidos, sobre todo jóvenes que es la fuerza principal de estas movilizaciones.

Los manifestantes llevaron banderas egipcias y lanzaron consignas en favor de reformas políticas y sociales. En El Cairo, una madre de tres hijos que enarbolaba una bandera egipcia gritaba: "Mubarak, vete ya, eres injusto, nos tienes hambreados, en tus comisarías torturan, eres un agente de Estados Unidos".

En Egipto, que cuenta con algo más de 80 millones de habitantes, más del 40 por ciento de la población vive con ingresos que los mantiene en la pobreza extrema.

La causa de las movilizaciones en Egipto es similar a la que originó las protestas en Túnez: la subida de precios de los alimentos, la pobreza, el desempleo y un régimen autoritario que reprime rápida y brutalmente las manifestaciones.

El elevado número de asistentes y el hecho de que las manifestaciones se celebren de manera coordinada en varias ciudades, es un hecho sin precedentes desde que Mubarak asumió el cargo en 1981.

Según analistas lo que está ocurriendo hoy en Egipto es una importante advertencia al sistema., pues es  una extensión de las frustraciones contenidas. Las manifestaciones podrían ganar empuje si el Estado no acepta las reclamaciones de reformas que pide a voces el pueblo.

En Egipto aunque aparentemente el poder se organiza bajo un sistema multipartidista, en la práctica desde hace muchos años el presidente se ha elegido en elecciones con un solo candidato.

El pueblo egipcio, cansado de las desigualdades sociales, con enormes brechas entre ricos y pobres, organiza sus fuerzas y radicaliza su accionar, como lo harán otros del mundo árabe.

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