Por Raciel Pérez Martínez
Foto Internet
La pobreza y la violencia van juntas de la mano en Honduras, para complicar aún más la existencia de los ocho millones de habitantes de ese país centroamericano.
Junto a Haití, Honduras ocupa los más bajos nivel de desarrollo del continente americano, debido a la misma causa: la explotación extrema por el capital internacional.
En el estudio global de homicidios, realizado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, confirmó el primer lugar que Honduras ocupa en homicidios a escala mundial.
La tasa de asesinatos del país centroamericano se disparó en los primeros seis meses de 2011 a algo más de 82 muertos por cada cien mil habitantes, cifra que debe aumentar para el fin de año.
Para que se pueda tener una mejor noción de este triste record mundial hondureño, precisamos que son asesinadas más personas diariamente en ese país, que los muertos en cualquiera de los países en guerra como Afganistán, Irak o Libia.
Este año se contabilizó un promedio de 20 muertes violentas diarias, la mayoría de ellas causadas por armas de fuego y el resto por armas blancas.
Honduras en asesinatos se coloca en el primer lugar entre 207 países, seguida por El Salvador y Guatemala, países centroamericanos fronterizos, por donde pasa volúmenes importantes de la droga que va hacia Estados Unidos.
Históricamente, salvo excepciones, la República de Honduras ha estado gobernada por una oligarquía muy conservadora, apegada a patrones casi feudales.
Con el gobierno del presidente Manuel Zelaya se abrió una verdadera esperanza para ese pueblo hondureño, al comenzar a recibir los beneficios de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, pero todo quedó truncado violentamente por el golpe militar.
Desde entonces, centenares de los mejores hijos de la patria de Morazán han ofrendado sus vidas, para tratar de restablecer la legalidad en Honduras.
La miseria, la explotación, el hambre, la falta de oportunidades, son caldos de cultivo para fomentar las bandas de delincuentes, y de carteles de la droga, fuentes principales de la violencia.
La inmensa mayoría de los ocho millones de hondureños tiene la convicción de que Honduras pronto enrumbará de nuevo, con un gobierno progresista, por el camino del desarrollo económico y social para el beneficio de todos.
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