jueves, 1 de diciembre de 2011

QUE LA SENSATEZ SE IMPONGA SOBRE EL DINERO PARA SALVAR AL PLANETA


Por Raciel Pérez Martínez
Foto Internet


Muy pronto desaparecerá de la faz de la tierra el primer país como consecuencia del cambio climático: Kiribati, situado en el océano pacífico, y ya en proceso de ser tragado por las aguas.

Ante esa desesperada situación, los habitantes de ese archipiélago lanzan un s.o.s. o llamada de auxilio a la opinión internacional, para que se frenen las causas que originan la modificación climatológica.

Las Islas Salomón, Fiyi, Nauru, Tonga y Vanuatu, son otras naciones amenazadas con perder todo o parte de su territorio por la constante subida del nivel del mar, por el derretimiento del hielo de los polos.

Mientras esto sucede, se desarrolla en Durban, Sudáfrica, la Decimoséptima Cumbre del Clima de la ONU, con bastante escepticismo, sobre la posibilidad de llegar a un acuerdo global para reducir la emisión de gases de efecto invernadero.

Los países desarrollados y grandes contaminantes no están dispuestos a asumir compromisos de reducir los gases, que producen el efecto invernadero, mientras los subdesarrollados abogan por un convenio de reducción fiscalizable.

Estados Unidos, entre los más contaminantes del mundo y el único que no ratificó el Protocolo de Kyoto, que obliga jurídicamente a reducir la emisión de gases tóxicos, llegó a la cumbre con una negativa de firmar un acuerdo legalmente vinculante hasta después de 2020.

El ministro de Medio Ambiente de Canadá, Peter Kant señaló que su gobierno piensa que la firma del Protocolo de Kyoto fue uno de los mayores errores que se hicieron, y precisó que estará alineado con Estados Unidos.

El tiempo corre en contra del Protocolo de Kioto, que establece legalmente límites a las emisiones de gases de efecto invernadero a las mayores economías.

Este Protocolo de Kioto está diseñado para reducir las emisiones y evitar el calentamiento global, que aumenta las modificaciones del clima con tendencia catastrófica para la vida en la tierra.

Mientras prime en la mente de muchos líderes de países desarrollados la codicia y el dinero por encima de la especie humana, no se podrá llegar a un acuerdo que salve al planeta de su destrucción.

Casi siete mil millones de seres humanos claman por la vida, pero no deciden su futuro, mientras unos pocos que si tienen poder de decisión prefieren morir abrazados a un puñado de dinero.

Cumbres del Clima como la de Durban, Sudáfrica son foros que se desaprovechan para llegar a un acuerdo de vida o muerte. No obstante hay que tener esperanza de que la sensatez se imponga.




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