domingo, 7 de abril de 2013

LAS GLORIETAS DE LA PROVINCIA CUBANA DE GRANMA


Detalle de cúpula de Glorieta Manzanillera.(RFM)

Por: Sara Sariol Sosa


Acaso a las retretas que llegaron a Cuba, como a Venezuela, Costa Rica y otros muchos países latinoamericanos, con la colonización española, y se arraigaron entre las tradiciones más cultas y populares, se les atribuye, fundamentalmente, el nacimiento de las glorietas.

En nuestro país casi la totalidad de las ciudades más importantes se agenciaron las mencionadas funciones musicales al aire libre, encargadas de amenizar, sobre todo, las jornadas dominicales, las cuales han sido reconocidas con el transcurrir del tiempo como génesis de las bandas municipales.

Estas últimas lograron auge aquí en la primera mitad del siglo pasado, período en el que su esplendor alcanzó, incluso, a la arquitectura pública, al punto de que no pocas localidades concibieron parques especialmente construidos para la celebración de tales espectáculos culturales.

Así surgieron esas edificaciones de planta circular, llamadas glorietas, donde, en las primeras décadas del siglo XX las bandas hacían sus presentaciones. Dichos espacios trascendieron, desde entonces, cual expresión de auténtica arquitectura local y fusión de otros valores culturales.

LA EXCELSA

No fue la primera edificada en Cuba, pero la del parque Carlos Manuel de Céspedes, de Manzanillo, es hasta nuestros días la más distinguida.
RESEÑA SOBRE LA GLORIETA DE MANZANILLO   
      
   
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De estilo ecléctico y origen morisco, de gran riqueza arquitectónica, la idea del proyecto inicial surgió para homenajear al alcalde Manuel Ramírez León, quien declinó la oferta y sugirió que el dinero fuera empleado en una obra perdurable, que otorgara brillo y belleza a la ciudad.

Se conoce que fue erigida gracias al interés y aporte material de los manzanilleros, y que casi todo el pueblo cooperó, incluidos los maestros de obra, ayudantes y peones.

En tanto los materiales fundamentales fueron importados desde la metrópolis, sin mediación de lucro alguno, y la Colonia Española donó el vítreo escamado de su majestuosa cúpula.

Inaugurada el 24 de junio de 1924 durante las fiestas carnavalescas, su genealogía arquitectónica se remonta al siglo XIII español, pues toma como modelo a la existente en el Patio de los leones, del Palacio de La Alambra.

ATRIBUTOS COMPARTIDOS

Los atributos de la glorieta manzanillera son muy conocidos, porque es esa, sin dudas, la más bella entre todas las cubanas de su tipo.

Y quizás esa preeminencia haya determinado cierto silencio sobre otras de nuestro entorno inmediato que, aunque con mayor sencillez en su forma y estilo, testimonian el nacimiento de valores culturales en el actual territorio de Granma: Campechuela, Media Luna y Niquero, también tienen hermosas glorietas.

En Manzanillo, su parque irregular, con diferentes dimensiones en los cuatro lados, por acuerdo del Ayuntamiento, cambió el nombre de Plaza de recreo por el actual, en 1898.

Para esa fecha también varió la identificación de las calles que lo circundan: Salas pasó a ser Maceo, Valcourt comenzó a nombrarse Merchán, Isabel Segunda, Masó, y Real asumió el nombre de José Martí. Bustos de esos patricios franquean las cuatro esquinas, y cada uno mira hacia la arteria que tomó su apelativo.

Se piensa que quizás la manzanillera sea la primera calle que en Cuba comenzó a honrar al Maestro; mas, lo que sí está claro es que ese elemento que la signa es compartido por las restantes glorietas granmenses. Tanto la de la Ciudad del Golfo como las otras de las localidades costeras tienen entre las arterias circundantes una llamada Martí y un busto del Apóstol de nuestra independencia.

IGUAL DISTINCIÓN

Media Luna.


Por demás, todas expresan elocuentemente una vitalidad en la cultura y estética urbana de la República. En Media Luna, el otrora parque municipal, hoy Parque de los mártires, fue en la colonia una de las instituciones más importantes, donde se efectuaban fiestas populares, espacio ideal visitado por jóvenes que hacían de las vueltas a su alrededor verdaderos rituales de amor.

Hasta 1930 tuvo una glorieta de madera, luego se levantó la de mampostería con ocho columnas y cubierta que pretendía imitar, con discreción, a la manzanillera. Ese año, por iniciativa del doctor Manuel Sánchez Silveira, se colocaron los bustos de Martí y de Carlos Manuel de Céspedes.

En 1997 se situó el de Juan Vitalio Acuña, Comandante del Ejército Rebelde e integrante de la guerrilla del Che en Bolivia; y en 1998 el del joven capitán rebelde Raúl Podio Saborit.

Desde 1990, un monumento rinde tributo a la Heroína de la Sierra y el llano, Celia Sánchez, sentada a la orilla de un riachuelo, y cerca las alpargatas, cual símbolo de la sencillez de su inmensa personalidad.

Campechuela contó con una banda municipal a partir de 1912, dos años después se construyó el parque (hoy 24 de Febrero), y con su reconstrucción en1934 nació su glorieta.

Glorieta de Niquero ( fotos La Demajagua) Campechuela


En la década de los 50, del pasado siglo, ese circular espacio, indiscutible símbolo cultural, testigo no solo de las retretas, sino también de otros ritos, como la diana mambisa, asumió una remodelación de toda su estructura, con alcance de la decoración de la cúpula y la jardinería.

Ricardo de Céspedes (sobrino del Padre de la Patria) se nombra el parque de Niquero, localidad de ensueños, refugio de pescado- res, y que cautivó por mucho tiempo a visitantes y transeúntes -al menos antes del ensañamiento del ciclón Dennis, a mediados del 2005- por sus casas de novedoso diseño y de maderas adoloridas por el tiempo.

Su glorieta tiene la dicha de haber sido testigo de las presentaciones del órgano, el cual fue arraigándose en la preferencia cultural de la localidad, ha perdurado hasta nuestros días, y estimula un festival anual que reúne a quienes en varios puntos del territorio aman las melodías obsequiadas por ese instrumento musical por excelencia, de sonidos diversos que se escapan entre cartones perforados.

A la glorieta niquereña le pertenece el privilegio de narrar la historia; sus columnas pueden hablar de días de pólvora y metralla, en que 82 jóvenes cubanos, con Fidel al frente, vinieron desde Tuxpan, México, desembarca- ron por las costas de la localidad y le otorgaron el honorífico título de Portada de la libertad.

Estos cuatro atractivos y seductores pabellones de la región costera de Granma dan cuenta de que en esos sitios la existencia, desde su surgimiento mismo, cobró elevado vuelo y la gente fue tejiendo tradiciones, añejadas por el tiempo.

Darles fuerza a esos valores, quizás no radique en la frecuencia con que se practiquen, sino en imbricarlos con los más recientes y, sobre todo, en que unas y otras generaciones compartan auténticamente las ideas que les dieron origen.

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