Muchos camagüeyanos a esta altura no saben que José Francisco Martí Zayas-Bazán, hijo del Héroe Nacional de Cuba, vivió durante su infancia y adolescencia en la Villa de Santa María del Puerto del Príncipe en la casa marcada con el No. 9, de la otrora calle San Francisco, hoy Antonio Luaces 109.
Con los años la suntuosa edificación, adquirida por su abuelo y transformada en la etapa seudo republicana, fue abrigo de aquel inquieto muchacho, nacido el 22 de noviembre de 1878 en La Habana. Él encarnó, a lo largo de su vida, los ideales de su padre hasta el grado de decir: “Soy hijo y todo lo suyo me es sagrado”.
En los bajos de aquel inmueble funciona hoy la escuela primaria “Renato Guitart”, y allí se promovió, alrededor del año 2000, el estudio de la figura de José Francisco, mediante trabajos prácticos de la asignatura Historia local y en cuyo proceso indagatorio salió a relucir que en el propio edificio residió él desde etapas tempranas de su vida.
La presencia del hijo del Apóstol en Camagüey es una obra inacabada. Lo sostengo porque recientemente realicé una encuesta (la muestra no fue muy amplia, pero sí aleccionadora) y el 57% de las personas no conocían que Ismaelillo vivió en esta ciudad y de los que pocos que dijeron que sí, algunos no precisaron el lugar, ubicado a poco más de cien metros del Parque de la Juventud, donde un monumento se erige en honor al más grande de los cubanos con un niño en brazos y un libro.
Es necesario que en las enseñanzas primaria y secundaria y con el concurso de la Organización de Pioneros José Martí se profundice en la vida y obra de José Francisco para que los infantes conozcan pasajes suyos que subyacen en libros y sean traídos a nuestros días, de manera que la joven generación sepa e interprete la naturaleza humana de quien murió amando la Patria y orgulloso de su padre.
Jorge Estrada de Varona, jefe del segundo ciclo y quien como maestro de sexto grado, indujo en el 2000 el estudio sobre la personalidad de José Francisco lamentó la pérdida de ese tipo de aprendizaje tan necesario en estos tiempos.
En el libro Memorias de la guerra, Enrique Loynaz del Castillo describió que para la Pascua de 1892 él organizó un paseo por la Sierra de Cubitas y a las cuevas del mismo nombre y que dentro de las dos docenas de jóvenes que lo acompañaron estaba José Francisco, con 14 años. Carmen, la madre, se lo había confiado, según el autor, “creyendo que era yo el más juicioso de los concurrentes al paseo”.
Loynaz retrató la imagen del siguiente modo:
“Era un muchacho impetuoso, dispuesto a la aventura revolucionaria. En el profundo lago existente bajo las cuevas se había lanzado al agua antes de que yo pudiera evitarlo y no me quedó más remedio que tirarme al agua en su busca”.Con anterioridad, de paso por la ciudad, ataviados los jóvenes de uniformes de dril crudo y sombreros de yarey, revólver en el bolsillo y machete al cinto, se detuvieron en establecimientos e increíblemente al transitar frente al cuartel de caballería Hernán Cortés, uno de los muchachos sacó una corneta e hizo vibrar “el mágico toque insurrecto de a degüello. Era la primera vez que en mis oídos resonaba la invocación metálica que enardeció las cargas fulminantes de Agramonte”.
Loynaz desenvainó su machete, enarboló la bandera tricolor y gritó ¡Viva Cuba Libre!, secundado por los muchachos ante la imagen perpleja de los soldados españoles.
De José Francisco en Camagüey hay mucho de que hablar, de cuando solicitó al director del Instituto de Segunda Enseñanza el ingreso a los estudios de bachiller en las Escuelas Pías de Puerto Príncipe, asentada en las inmediaciones de la actual Plaza de la Juventud que lleva el nombre de su padre, de las impresionantes notas de las diferentes asignaturas, conservadas en el Archivo Histórico Provincial y de sus prácticas deportivas como torpedero de béisbol en un terreno, ubicado en el interior de la carrilera del antiguo hipódromo en los predios de la actual Plaza de la Revolución Mayor General Ignacio Agramonte y Loynaz.
La primera referencia, al menos pública, sobre su hijo es perceptible en la antológica obra Ismaelillo, publicada en Nueva York en 1892 que al decir de Cintio Vitier sintetiza:
“En la imagen del hijo descubre Martí una nueva vocación humana, fuente de inspiración poética y existencial cuando escribe: Hijo soy de mi hijo, él me rehace”.Espero que a José Francisco se le rinda homenaje con una tarja en el lugar donde residió y que el sitio sea incluido como un lugar venerable para lugareños o foráneos, pero antes rescatar el inmueble declarado hace unos cuatro años con peligro de derrumbe.
Como cierre de reportaje reproduzco recientes declaraciones del Doctor Eusebio Leal Spengler, en un acercamiento a José Francisco, quien vivió solamente cincuenta y dos espaciados meses de su vida junto al padre. La entrevista esta acuñada con la impronta de los 135 años de su natalicio, ocurrido en La Habana el 22 de noviembre de 1878.
-¿Cómo llega a Eusebio Leal la figura de José Francisco Martí Zayas-Bazán?
“Conocer la historia patria implica
llegar a la figura del gran cubano que fue José Julián Martí Pérez.
Estudiar a Martí, inevitablemente hace que se sepa y se sienta
curiosidad por su hijo José Francisco, al que nuestro Héroe Nacional
dedicara esos hermosos versos del “Ismaelillo”, que a todos los niños
cubanos les muestran en sus primeros grados de enseñanza”.
-Poco se ha hablado de su participación en la guerra. ¿Cree que el hecho de sumarse a la expedición de Carlos Roloff contribuyó a dar continuidad a las ideas independentistas del padre?
“José Francisco tomó la decisión de
sumarse a la lucha independentista tan pronto supo de la muerte de su
padre, renunció a sus estudios y se incorporó a una expedición
libertadora para permanecer en la Patria y continuar, desde su esfuerzo
personal, la obra imperecedera de su padre. No cabe duda de que
se sentía identificado con las ideas y proyección de Martí, admiraba a
su padre y sabía que sólo integrándose al Ejército Libertador cubano, honraría su nombre.
“En el Índice alfabético y defunciones del Ejército Libertador de Cuba,
elaborado por Carlos Roloff Mialofsky, publicado en La Habana en 1901,
en su página 518 puede leerse en lo correspondiente al Cuartel General
del Departamento Oriental los datos de José Martí Zayas-Bazán, hijo de José y Carmen,
que alcanzó el grado de Capitán. Se incorporó a la guerra el 21 de
marzo de 1897 y fue asentado en el libro 1, folio 208, número 24.
“Sobre el combate de Las Tunas, Horacio Ferrer en el libro Con el rifle al hombro actitud
heroica de los tenientes José Martí, Juan Miguel Portuondo y Francisco
Sedano, a los que las circunstancias del combate los llevan a
convertirse en artilleros y sus certeros tiros asestan un duro golpe a
las tropas enemigas. De este episodio dicen queda el joven José
Francisco con padecimiento crónico en sus tímpanos.
-Me viene a la mente la carta escrita a Gonzalo de Quesada y Aróstegui
tras conocer el 4 de junio de 1895 la muerte de José Martí: “Soy hijo y
todo lo suyo me es sagrado” Comente sobre este particular.
“Identificación plena con Martí, ausencia
de rencores, total afecto y verdadero amor por su progenitor. Aunque
fue una familia no siempre reunida producto de toda la labor de Martí,
es evidente que el padre siempre adoró al pequeño y mantuvo permanente
contacto con él. José Francisco por su parte manifestó desde niño
devoción por su papá.
“En el libro José Martí: Destinatario,
compilado por Luis García Pascual, 2ª. Edición del año 2005 de la Casa
Editora Abril, , en la página 178 se incluye una carta de José Francisco
a su padre, fechada en Puerto Príncipe el 7 de agosto de 1886 donde le
escribe lo siguiente:
«Papá, yo te quiero mucho. Cualquier
cosa que tu me mandes me gustará mucho. Mamá sabe que nunca pasa un día
sin acordarme de ti. Dicen que soy tu retrato y estoy contento. Muchos
besos de tu hijito, Pepe»
“Se sabe que el primero de abril de 1895,
Martí escribe a su hijo una carta de despedida, que está cargada de
ternura y dolor por partir a Cuba. Le menciona la leontina que le deja
como recuerdo suyo”.
-José Francisco fue devoto de Ignacio Agramonte.
El 24 de febrero de 1912 volvió a su Camagüey de la infancia para
participar en la ceremonia en la que se develó la figura ecuestre de El Mayor. ¿Piensa que él nunca se olvidó de Camagüey?
“Los recuerdos de infancia seguro estaban
muy impregnados en su persona y cuando fue invitado para participar en
todos los actos en memoria de El Mayor, no dudó un instante en hacerle
honor a la ciudad. Su presencia allí serviría de tributo también a su
padre y a todos los que como él, fueron capaces de entregar lo mejor de
sus días en aras de una patria más digna. José Francisco también formaba
parte de ese pueblo agradecido ante la entrega incondicional de “El
Mayor” inolvidable”.
-Referencias históricas señalan que
más de 100 principeños estuvieron relacionados con el Apóstol. ¿Cree que
ese vínculo lo ayudó a dibujar en su mente el Camagüey que nunca
visitó?
“En la obra de Luis Álvarez Álvarez y Gustavo Sed Nieves titulada: El Camagüey en Martí,
publicada por la Editorial José Martí, La Habana, año 1997 (Premio
Anual de Investigaciones del Ministerio de Cultura de 1996) se hace un
análisis exhaustivo de todas las referencias que sobre Camagüey y los
camagüeyanos hiciera José Martí en sus escritos. Están allí las
evidencias de cuan atrayente era para él este territorio cubano y los
hombres nacidos en el mismo que aportaron sus vidas a favor de la causa
libertaria. Su pluma delineó frases de admiración y respeto por aquellos
que —no habiendo conocido— despertaron en él tan nobles sentimientos”.
-Dejo abierto el espacio para que esboce otras ideas, a su juicio, importantes sobre José Francisco Martí Zayas-Bazán.
“Durante la etapa republicana ocupó
diferentes cargos militares, pero siempre conservó fidelidad a sus
principios y sentido del deber a su país. No utilizó la política para
ganarse adeptos o lucros personales. Fue un digno militar. Obtuvo los
grados de Capitán en 1902, Comandante en 1907, Teniente Coronel en 1909 y
en este propio año el de Coronel. Se vinculó a la Artillería de Costa y
al Estado Mayor del Ejército. Se retiró del servicio activo en el año
1917 y se le nombra Secretario de Guerra y Marina el 28 de julio de
1917”.
María Teresa Bances Fernández, viuda de José Francisco, con quien
Eusebio Leal tuvo la oportunidad de hablar, donó fotos, recuerdos
personales, uniformes y todo lo que se encuentra en la casa natal de
José Marti en la calle Paula.El 22 de octubre de 1945, a la edad de 67 años, retirado de la vida publica, fallece José Francisco y con el grado de Mayor General. Su cadáver fue tendido en el Salón de los Pasos de la Cabaña. La prensa capitalina de la época señaló que esa instalación militar “esta haciendo disparos cada media hora en tributo al ilustre desaparecido que por algún tiempo fue jefe del ejercito constitucional”.
Compartimos el criterio de Eusebio Leal de que José Francisco fue una persona que desempeñó su vida con gran discreción, objeto de no pocos ataques y calumnias, que de conocerlas su padre se habría indignado.
(Tomado del Periódico Adelante)
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