jueves, 12 de septiembre de 2013

Vestidos de sol



«Mi familia por los Cinco. Así salimos de casa esta mañana», mensaje en el perfil de Facebook de una madre y periodista cubana. Foto: Cortesía de Leticia Martínez

Por Nyliam Vázquez García

— Quédate aquí, no vaya a ser que la niña se caiga de la cama.

— Mami, no puedo, tengo que ver algo importante en la televisión. Dile a mi hermana.

Mientras el sueño de Isabela es velado por su madre, abuela trajina en la cocina, tía fija toda la atención en lo que tiene que decir René González Sehwerert.

Cuando comienza a hablar pareciera que lleva luz en los ojos y uno se imagina que sus manos infinitas no están quietas frente a esa cámara. René sorprende, René pide un terremoto de amor para impedir que Gerardo muera en la cárcel, para que Fernando, Antonio y Ramón, no tengan que cumplir íntegramente, como él, sus injustas condenas.

Contarle al pueblo norteamericano de una injusticia cometida en su país vuelve a ser prioridad este septiembre. La cinta amarilla tiene un significado especial para Estados Unidos a lo largo de la historia y la canción que ahora se ajusta al reclamo de libertad para cinco hombres, lleva un mensaje claro en sus mismos códigos para que los norteamericanos buenos entiendan por qué un pueblo entero se viste de amarillo, espera el regreso de cuatro de sus hijos.

“Qué Cuba entera se llene de cintas amarillas, que nadie pueda ignorar…que se sepa que Cuba está esperando a sus hijos… que esta sea la última la última jornada… ”

René hablaba para cada uno de los cubanos que habitamos la isla y yo ya lo veía todo de un mismo color.

El brillo peculiar en la mirada del único de los Cinco que ya puede disfrutar del abrazo de su familia —preso aún hasta que sus hermanos regresen— emana de la certeza de lo vivido en estos meses de recorrer el país, de sentir el cariño colectivo desde la espontaneidad y sus más diversas expresiones.

René, confía en el pueblo, sabe que no habrá rincón de esta isla que no se vista de sol, cada quien con su rayito. Por nosotros los Cinco arriesgaron sus vidas durante los años difíciles de la década del noventa, infiltrados en los grupos terroristas que operan en Miami; por nosotros no se doblegaron ante toda clases de torturas psicológicas, por nosotros fueron a juicio a decir la verdad, por nosotros han pasado quince años tras las rejas. Los Cinco saben de la nobleza de la gente a la que se entregaron. La gente que hoy se pregunta de dónde saca una cinta, qué pedazo de tela agarra para mandar su mensaje por el regreso definitivo.

Por eso no fueron pocos los que, apenas la imagen de René desapareció de la pantalla, estaba desandando gavetas para buscar algo que pudiera convertirse en símbolo sugerido. El 12 de septiembre es el día señalado, pero desde ya las cintas amarillas se adueñan de los espacios cotidianos.

Unas horas después de la alocución de René, la red social Facebook ya tenía decenas cintas amarillas coloreando los perfiles de los usuarios cubanos, algunos blog escritos desde la isla publicaron sus iniciativas, al tiempo que los integrantes de la plataforma de blog, BlogosferaCuba, colocaba la cinta en su logo y sus miembros comenzaron a cocinar iniciativas y en twitter de sentía el movimiento telúrico. Cualquier cosa puede servir, desde los marcadores de las agendas, retazos de tela, pulóvers…

Seguro que superaremos con creces las cien cintas en el roble, de las que habla la canción, muestra inconfundible de que esos hombres son esperados con vehemencia en su tierra. No son los héroes de una élite inexistente, son los héroes de los jóvenes, de las familias, de la gente que todos los días levanta sobre sus hombros el país.

Cuando una madre periodista comparte una foto de las manos de su familia ataviadas con la cinta que le quitó al mosquitero de su pequeña, no queda más que aferrarse a la certeza de que las ganas de sol después de la voz de René fueron una sensación compartida, una sensación que se multiplica, que estremece los cimientos de la isla.

No podrá ser ignorado este clamor amarillo. Quince años es demasiado tiempo…

Isabela despertó a las seis de la mañana. Balbuceó un «tía» en su idioma de 10 meses y se lanzó a sus brazos. La niña quiso arrancar un lazo que quizás le resultó extraño en el lado izquierdo del pecho que la acurruca. No sabe, pero su tía tiene paciencia y se disculpa por no haberle velado el sueño durante los instantes en que escuchaba a René y le explica que ese lazo no se toca, porque es por y para los Cinco. No entiende mucho, pero se queda quieta. Isabela también se vestirá de sol, llevará estos días un cintillo amarillo.
 
niña con lazo amarillo
La pequeña Isabela con su cintillo amarillo. FOTO: Nyliam Vazquez

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